lunes, 11 de mayo de 2009

quinta entrega: El Extranjero, cz

La libreta

Por Cristina Zuleta


Sacando de su abandono a todos estos viejos objetos, veo que tengo en mis manos
al testigo de una búsqueda de algo como mi lugar en el mundo, un adolescente sentido de pertenencia adoptivo, postizo o fingido...porque aquel con el que había nacido no me satisfacía tanto. Un cuaderno de pasta de cartón, simple y hasta feo orillas desgastadas y hojas amarillas, muy gordo.
Hay una especie de cronología muy absurda ya que se lee en la esquina superior derecha de cada hoja una fecha (mes y día) Pero el año por ninguna parte, en ninguna hoja ¿Lo habré hecho a propósito? Una mala broma a mi mismo
¿En que año habrá sido eso del encuentro con el tipo que no paraba de hablar, no había manera de escapar y que decía haber conocido a algún santo? Estabamos en alguna playa de Venezuela o Brasil. Pero lo de la falta de año debió haber sido con intención con un pensamiento como 'El tiempo es relativo, entonces que más da el año, en los recuerdos no hay año ni fechas' ...Quien sabe, pero ¿El mes y el día? En este cuaderno debe estar escrito, aunque no sé porque lo hice nunca quise entrar en el cliché del viajero y sus memorias, me enerva lo suficiente. Pero bueno quiza mi memoria sola no basta o ahora resulta que viajé para poder escribir un miserable cuaderno o viajar era la única forma de sacarme las palabras, impresiones... aunque mis impresiones de esa época no sé que tan interesantes hayan podido ser y las de ahora nada mucho mejor, en fin.

Dice:

21 de Enero

Los colores de las casas en este pueblo viejo y un poco podrido parecen pintadas
en un total azar de tan poco importancia que si doy vueltas como un idiota mirando las casas, en algún punto será todo blanco pero no hay necesidad de dar vueltas para tener unas nauseas agudas, voy a buscar donde reposarme. Después de dormir un poco estos colores me parecerán exóticos y hasta simpáticos.

No. Ni siquiera me parece chistoto, es deprimente, creo que ya cambie eso espero.

Luego de un pequeño fardo de páginas dice:

9 de Octubre

Un calor de puta madre en esta ciudad, así no se puede ver nada, opinar de nada. El sentido de la observación e incluso el sentido crítico se ven nublados por una masa amarilla de aire caliente como el vientre de los amantes más instintivamente listos, con los poros abiertos y el sudor que se evapora pesado y exhala feromonas, todo esto se parece a la masa amarilla y etérea pero no hay feromonas, ni orgasmos...Necesito liberarme.


Ah sí. Justo después de eso conocí a Lidia la suiza, bellísima y neurótica. Tenía el instinto maternal demasiado reprimido, cada vez que mencionaba hijos o maternidad venían sus intentos fallidos de irse por su lado. Nunca intenté retenerla y por eso se quedaba, hasta que ambos nos cansamos; más ella que yo y además había una historia con un tipo algo como un encuentro esperado hace años, yo que sé, pero bueno se fue. Sin embargo, esas compañias aunque efímeras, eran intensas, absurdas, sublimes, liberadoras...no es posible vagar solo con tal juventud sin éstas, que son como gotas hermosas que redondean la vista del mundo y caen a un vaso que nunca se llena. (¡Qué imbecil! Eso suena como una canción de ésas, no sé de quien pero a algo muy pendejo me recuerda, quizas a mi mismo)

Pero en fin, la pertenencia, la identidad, que cosa inútil. No existe tal cosa y sólo es cuestión de superarla a modo de movimiento y cambio constante, aprendizaje de distintas cotidianidades, perspectivas y lenguajes o a modo de quedarse inmóvil y cerrado a todo aquello que no sea lo mismo que se ha visto siempre. Como Doña Fátima, esa pobre señora creo que no ha visto más que su barrio y el de su hija, si es que la visita y ni siquiera se le ha pasado por la cabeza ver lo que hay más allá, no es de su interés, pero al final ella es igual de allá como yo soy de aquí. Puede ser la mejor juez de esta libreta y estas experiencias se la voy a dejar frente a la puerta. ¡Ahh no! El otro día escuché que el de la tienda dijo que la Doña se había muerto... ¡Joder! Esa una señal mejor me voy de este pueblo.

4 comentarios:

  1. Me costo un poco entender quien era el personaje que leia y su relación con el libro.. o es a proposito?

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  2. creo que este fue un cuento bien sublime, y creo que es para leer despacio (y de preferencia fumandola). me gustó bastante y el epistolar simpre da una atmósfera chilera, como nostálgica. Creo que manejaste re bien la atmósfera del cuento.

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  3. Gracias!!! pues la idea es que en el cuento el que narra es el mismo tipo que esta leyendo su libreta...ojala se entienda, pero si no se entiende tanto tampoco me disgusta si eso le da algo de misterio.

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  4. Me acabo de dar cuenta que "Entre el... y la Esperanza" no era tu cuento. Es que como leí I en las iniciales asumí que era de Isabel. Lamento mucho si me dirigí a ambas con el nombre incorrecto. Soy un idiota. Y hablando de que soy tonto quizás por eso me costó un poco digerir el cuento, por las palabras que, aunque no son complicadas, sí me la hicieron un poco difícil. Especialemente para mantener la atención, porque tuve qué releer varias veces. Quizás es algo de puntuación, no puedo definirlo. Me costó encontrar relación entre la lectura de la libreta con el final del cuento, como que hubieran sido dos historias. Y, lo digo con riesgo a que me llueva verga de parte de todos (perdón por mi francés) me pareció más una prosa poética que un cuento, quizás porque no detecté un nudo o un desenlace o una acción en sí más que la lectura o la ida a dejar a la puerta la libreta. Se me hace más una narración de los pensamientos de alguien. Pero entonces entramos al eterno dilema de ¿Qué hace a un cuento UN cuento? Se los dejo de tarea. Concuerdo con Anónimo que definitivamente es melancólico. Porque me transmitió desde el inicio ese sentir. Perdón nuevamente por la confusión, no vuelve a suceder.

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