viernes, 26 de junio de 2009

onceaba entrega: cuentos de perros, og

El Ritual

Por Orlando Gutiérrez Gross

Desde que entraron a casa, presentí que sería otra de esas noches.

Cada vez que “olían” eso, se ponían raros. No lograba entender que era lo que les hacía, pero el olor que llegaba a mi nariz, era feo.

Siempre era el mismo ritual, lo ponían en un plato y se sentaban a platicar, al rato se quitaban la ropa y los veía acariciarse. Eso me gustaba, porque estaban jugando y podría participar, pero apenas me acercaba, me rechazaban.

Después de un rato pasaban al cuarto y él se le montaba a ella, como hago con mi almohada. Al día siguiente me dejaban entrar en el dormitorio, pero ese “olor” inundaba el ambiente. Cuando les quería dar un beso en la boca o nariz, el olor a cloro era espantoso.

No me gusta que inhalen cocaína.

Chantaje emocional

Por Orlando Gutiérrez Gross

Todo empezó un jueves en la mañana, cuando me sacaron de la jaula y entré en un lindo apartamento. Mi nuevo dueño tenía cara de asombro, me hablaba anormal, con voz pitoreta, tan aguada que molestaba mis oídos.

Los días pasaron y me acostumbraba más y más a la nueva casa. Ya había entendido que si no orinaba donde ponían papel, me zampaban una nalgada. No tenía permitido subirme a la cama, en cambio, me tenían una en la lavandería.

Considero que soy un perro bien portado, con un par de defectos, pero ¡por Dios!, ¿qué can no tiene defectos?

Cuando mi dueño salía de casa y tardaba mucho, sentía placer en jugar con sus zapatos, el olor natural a él entraba por mis fosas nasales, y me intoxicaba. Me alegraba. Me sentía fuera de este mundo. Morderlos con los dientes, tirarlos para arriba, oír como caían y los volvía a agarrar, era todo un deleite para mí.

La primera vez que pasó, me regañó fuertemente y me dejó en el patio todo el día. Mis chillidos no surtieron efecto, así que decidí volverlo a hacer en venganza. Esto se había convertido en un ritual y hasta cierto punto los dos los disfrutábamos.

Un buen día llego una mujer a su vida, poco a poco se fue afianzando en la casa, hasta que llevó ropa, zapatos y se quedaba a dormir. La odiaba, cada vez que la veía sentía como el corazón me latía a mil por hora y además, le hedían los pies. Entonces decidí dejar los zapatos de él, y ensañarme con los de ella. El olor me intoxicaba, pero no de placer. Le destruí todos los zapatos que pude y toda las pertenencias que podía alcanzar con mis dientes. Hasta que un día escuché como ella le decía:

-¡Decide!, o el perro o yo-

En ese momento puse la cara más triste que se puedan imaginar, y me eché a los pies de él.

-¡No me hagas esto Karla, entiende!-

-¿Entender qué? ¡Es fácil, o él o yo!

Nunca más la volví a ver y en agradecimiento no mordí sus zapatos nunca más.

5 comentarios:

  1. jajajaja......comienzo a creer q todas las travesuras de nuestras mascotas tienen un objetivo real.....zelenteeee Orlo, me encanto!!!

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  2. zeleenteee, hahahahahahahahahaha, hasta que lo lei en voz alta dì que era!

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  3. Me gustó el segundo, pricipalmente el que se quede con el perro, porque le da un giro inesperado. Ahora el primero también me gustó pero el problema es el final. Si en todo el cuento el perro no entiende muy bien qué es lo que hacen sus dueños, no es creíble que sepa qué es la cocaína. Podrías poner algo como que le oyó decir el nombre a uno de ellos o algo así. También pienso que el título del primero le queda mejor al segundo, porque es el ritual entre los dos lo importante y el chantaje emocional es solo importante para el final. Si me permites una sujerencia, al primero le quedaría mejor un título como "efectos secundarios" o algo así, o podrías cambiar de cocaína a éxtasis y ponerle "éxtasis".
    Pero insisto, sí me gustaron ambos.

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  4. El primero va bien, pero la última frase (el final) no es creíble en el contexto en el que va el cuento. El perro es un moralista porque todo le parece bien menos que inahlen cocaína. No tiene lógica, parece querer complacer y caer en lo políticamente correcto por miedo a dar una opinión mas sincera o mas relajada del perro. Creo que podrias re enfocarlo, en que todo el cuento te va diciendo desde el punto de vista del perro las distintas fases del consumo de la coca,,y terminarlo si en que no le gusta al perro pero porque cuando por fin lo dejan participar o le sirven su comida en ese plato se le duerme la boca o siente amarga la comida algo asi.. que vaya sugiriendo el final, en vez de hacerlo tan moralista.
    El segundo cuento esta bien.

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  5. Difiero de las entradas anteriores, para mi, el favorito es el primero, me parece que jugó muy bien con la historia de la cocaina, lo que yo entiendo es la tristeza del perro, de que no juegan con él. El segundo me parece un cuento lindo con un final mejor.

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