jueves, 18 de junio de 2009

décima entrega: cuentos históricos, QM



1945: La Vizcondesa de Chambure, Hermine, Rothschild, Carlu y el carnero


Por Quique Martínez


Elisabeth Pelletier, la Baronesa de Rothschild y la Vizcondesa de Chambure (1902-1945) admiraban una litografía colgada de las paredes del estudio de Hermine Braunsteiner (1919-1999) en Gentin. Las tres eran una misma persona, algo así como la Santísima Trinidad de los vinos de Bordeaux.

Madre de Philippine (1935-) y Charles Henri (1937-1937), quien nació con una grave malformación causando su muerte poco después del parto. Hija de un importante conde francés en una familia católica de la región de Burgundy. Y Espíritu Santo del Chateau Mouton-Rothschild, la finca vinícola más importante localizada en el pueblo de Pauillac, en Medoc.

Terminaba Marzo y hacía frío en Fürstenberg am Havel, 90 kilómetros al norte de Berlin. El sol de invierno rezagado se colaba por los vidrios enmarcados y cuadriculados con madera extraída del campo adyacente por los hombres que empezaron a llegar en 1941. Los rayos calentaban la espalda de Lili, como le llamaban afectuosamente. En otros tiempos hubiera usado algún abrigo diseñado por Lady Duff Gordon (1863-1935), sobreviviente del Titanic y cabeza de la casa “Lucile” de Londres. Pero ahora debía conformarse con un traje de dos piezas a rayas de algodón que no daba mucho calor. Su buena educación, modales y reputación le habían conseguido un puesto limpiando las oficinas, lo cual era bueno especialmente durante esos meses.

Su esposo, el Baron Philippe de Rotschild (1902-1988) proveniente de una familia judía, había huido de la Francia de Vichy a Londres donde se unió a las fuerzas de Charles de Gaulle (1890-1970). Ella no corrió la misma suerte, y la Gestapo las llevó a ella y a su hija al campo de concentración de Ravensbrück, donde había pasado los últimos cuatro años.

Esa mañana del 23 de marzo la luz beneficiaba de particular manera el cuadro que estaba degustando. Era una visión cubista de un carnero, evidentemente influenciada por el surrealismo de André Bretón (1896-1966) e Yves Tanguy (1900-1955). Un letrero anunciaba “Ce vin a été mis en bouteille au chateau”. Lili se sostenía del mango de la escoba mientras pensaba.

Los taconazos de unas botas sobre el parquet anunciaron la entrada de Hermine. Si hubiera sido una escena de serie en 1980 hubiera estado acompañada por abucheos y chiflidos. Pero en esa ocasión sólo se escuchaba el canto ocasional de algún pájaro en el bosque vecino y un constante martillar en la lejanía. Se quedó parada en el umbral de la puerta observando a la mujer que parecía contemplar “Las Bodas de Caná” de Paolo Veronese (1528-1588) en el Museé du Louvre de Paris. Chocó talón contra talón para llamar la atención, como si pidiera un permiso no requerido y caminó lentamente hasta estacionarse tras la mujer y seguir con sus ojos la dirección impuesta por la mirada de la Baronesa.

-Mi esposo comisionó a Jean Carlu (1900-1997) diseñar la etiqueta en 1924 para marcar la primer vendimia embotellada en el chateau. Cuando él asumió el control del estado familiar, la mayoría de las etiquetas del vino indicaban simplemente el nombre del castillo. Elegir a un artista para ilustrarla fue una de sus muchas innovaciones para modernizar las tradiciones de la vinificación en la región- Recitó la Vizcondesa sin moverse.

-A mi me parece que el Mouton-Rotschild es una porquería- contestó Hermine –Justo ayer abrimos una botella y tuvimos que tirar la mayoría porque era lo mismo que tomar vinagre de la cocina de los judíos.

-Si no hubiésemos diseñado un vino de primera calidad, no pondríamos a Carlu en la etiqueta. Mi esposo y yo creemos que la vinificación es en sí mismo un arte tomando en cuenta las decisiones que entran la fabricación. Arte y vino es una combinación perfecta.

Hermine Braunsteiner se dirigió al escritorio, donde se sentó por unos minutos. Buscó entre los papeles de las gavetas y sacó uno de un fólder color verde. Lo firmó, selló y se lo extendió a la Vizcondesa de Chambure.

-Lleve esto a la bodega detrás del granero. Hoy le toca baño.

La Vizcondesa siguió las instrucciones y salió dejando la escoba recostada al lado de la litografía. Hermine se incorporó del asiento de cuero café y pateó la escoba, la cual cayó y rebotó tres veces a contra ritmo del martilleo lejano. Estiró sus brazos y delicadamente tomó con sus manos el marco del cuadro, torciéndolo unos 45 grados a la izquierda. Juntó sus labios en una mueca e hizo ademanes de burla y sonidos imitando el acento francés de la Baronesa. Escupió el piso y salió por la misma puerta por donde había entrado. Sin abucheos ni chiflidos.

Irónicamente, el único miembro ejecutado de los Rotschild, una familia judía, en un campo de concentración fue Elisabeth Pelletier, una mujer católica.

Luego de la liberación a cargo de los Aliados, el Baron Phillippe de Rotschild retornó a Paris luciendo una medalla Croix de Guerre sólo para enterarse de la muerte de Lili. Devastado, retornó al chateau para descubrir los desastres que los alemanes habían causado al viñedo. Eso no importó, y el Barón retomó las riendas y comisionó a Philippe Jullian (1919-1977) el diseño de la etiqueta, la cual ostentaba una “V” de Victoria. A partir de ese año hasta la actualidad, un artista diferente se ha encargado de la tarea de agregar el arte visual al arte del gran vino.

3 comentarios:

  1. Yo pensé que lo había compuesto, pero parece que no lo grabé. El inicio del último párrafo debería leerse:

    "Unas semanas después, luego de la liberación a cargo de los Aliados..."

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  2. Felicidades! Pareciera que en efecto estaba leyendo una novela de algun autor francés, o talvez es pura coincidencia que esté leyendo ahora mismo Victor Hugo, pero sentí que era un relato de alguna parte del libro.
    Aplausos!

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  3. A mi también me parece muy sofisticado... y muy de la belle epoque... pero siento que descuidaste el fondo.. y me salte pedazos por lo aburrido..

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