miércoles, 15 de julio de 2009

doceaba entrega: cuentos nocturnos, qm



Cuentos nocturnos

ENCUENTROS CERCANOS

Por Quique Martínez Lee


Mi mamá no tuvo otro tema, luego de esa noche durante la novela de las nueve. Ambas concentradas a medias. Yo, en el suelo, terminando de poner banderitas sostenidas con bolitas de papel de baño y goma al lado de los ríos dibujados con lana celeste sobre un mapa pintado con témpera en una tablita. Ella, trabajando cuellos frente a la mesa del comedor, con una combinación de almidón y agua disueltos en una bomba y cuidadosamente presionando la plancha contando mentalmente los segundos necesarios para endurecerlos.

Anunciaron la presentación de las diez. Una famosa obra de Steven Spielberg acerca de desapariciones misteriosas y nuestras relaciones con el universo. “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”. Mi madre sonrió. Pocas cosas la hacían feliz y generalmente eran detalles insignificantes. Cuando estuvo en el cine, me contó, le pidió a mi papá que la llevara pero “no se pudo”. Y, bueno, la cena estaba lista para ser recalentada, ella frente al televisor y la película a punto de ser transmitida. Yo hubiera querido acompañarla pero me ganó el sueño sobre el río la Pasión. Ella ya estaba perdiendo peligrosamente la cuenta.

Los siguientes días habló muy poco, casi lo necesario. Sucedía a veces. Se quedaba pensando. Luego generalmente se acercaba para darme alguna muestra de cariño.

Al cabo de una semana pasó. Encontró en el supermercado una revista especializada en otros mundos. Empezó a leerla en la caja y continuó a tropezones en el camino de regreso. En la casa no tenía mucho tiempo pero sus idas al baño, en las cuales aprovechaba, se hicieron más frecuentes.

En adelante ya no tendría otro tema.

Se notaba en su cara mientras barría. En la extraña forma en que servía las cucharadas de puré de papa. En sus raras conversaciones telefónicas con alusiones a desiertos extranjeros. Pero tuve la certeza una mañana en que ella me entregó la tarea que, una vez más, había terminado por mí la noche anterior. En medio de la maqueta del Sistema Solar, hecho de bolas de duroport, había colgado un pequeño plato de Barbie con ventanitas pintadas. En el colegio lo arranqué con cuidado con la intención de volverlo poner en la tarde, cuando lo trajera de regreso, para que ella no se diera cuenta. Al verlo de cerca, en una de las ventanas, había un diminuto dibujo de la cara de una mujer.

Así supe que ella sabía que los extraterrestres vendrían a recogerla.

Decidí escoger otro mundo también. Uno que no la incluyera a ella. Si no me llevaba en la nave no la invitaría yo tampoco. Me decidí por la sociedad de los sonámbulos. Esos entes que caminan como momias con las manos al frente vestidos con camisones y sombreros con bolita, algunos con una vela en la mano.

En mis noches, me forzaba a entrar al universo de los dormidos y, cuando me acordaba y tenía ocasión, me levantaba a caminar con los brazos estirados. Generalmente mis excursiones incluían un juego imaginario de té en la cocina o la visita a un jardín de osos. A veces encontraba a mi madre viendo un documental. Pero una noche no estaba por ningún lado. Y, mientras continuaba mi expedición pasé por las gradas y la sala familiar. A través del comedor y al lado de la sala. Una luz cegadora salía de la puerta del cuarto de mis padres y con un ojo a medio abrir seguí el camino de los dormidos para entender por qué mi madre esperaba una nave.

Entendí que los extraterrestres no pegan. Y que los sonámbulos estaban mejor dormidos en su cama.

4 comentarios:

  1. Belleza Real: muy bien logrado, no hubo una sola línea donde no dejara de imaginarme todo lo que estabas describiendo, y para variar, hasta llorè de la risa Insisto, soy tu fan.
    Encuentros cercanos: un cuento muy "cute" bonito. Muy bien enlazado.

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  2. pues, a huevos, para variar, cuentos impecables y entretenidisimos.
    Va, voy encontrando formulas que usas (¡cuidado!... jajajaja) Parece que al tener la hyoja en blanco visualizas una imagen fotográsfica que describis muy detalladamente, tanto que la creatividad se te suelta y logras continuar con el cuento (jaja, puta, qué me creo, jaja). En el primer cuento se nota más. De hecho, es algo que te diría que observés, porque inicias con una oración descriptiva larguisima, y tal detalle de de4scripción no lo volves a usar en el resto del cuento, que de hecho fluye asombrosamente bien. Yo pensaría que podrías escoger, o no ser tand escriptivo en als primeras lineas, o buscar4 formas así de fotográficas para describir más en otras partes del cuento... no se...
    El segundo cuento creo que me gusto más (pero no deja de ser increíble lo creible que lofgras la situaciones del primero) talvez porque tenés una poesía bien casual cuando no desarrollas tanto en descripciones físicas, o situaciones materiales....
    Pero puchis, muchá: aprendamos del Quique lo pulidos que manda los cuentos (o es muy cabrón), se nota que cuida la puntuación y toda sun gramática... digo yo....

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  3. Gracias! Pues bien, entiendo lo que decis Juanmni, ya me lo habia dicho Orlando si no es que mas gente, que elaboro mucho el inicio y luego voy perdiendo impetu. No solo con las descripciones sino tambien al ahora de hacer el final tiendo a cortarlo de repente. Podria ignorar el error y alegar que es mi estilo, pero creo que es mejor que lo trabaje. Siento que podria mejorarlo si escribiera con mas tiempo, porque generalmente quiero escribir de una sentada, y asi voy perdiendo fuerza.

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  4. Me gustaron ambos cuentos, pero sí pienso que el final del primero se podría mejorar. Me encantó como usas el lenguaje propio del tema y estoy de acuerdo con puchica (Juanmi?) en que tu cuento puede visualizarse a la perfección. Me gusta mucho como escribes.
    Saludos.

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