martes, 21 de abril de 2009

segunda entrega: futuro

Misión especial

Por J. M. Arrivillaga

Cierto día, cuando el hombre gris caminaba lentamente por la carretera, un aire tibio nada usual en esos territorios gélidos le levantó la mirada.

Frente a él, un radioactivador se tornaba rojo incandescente anunciando una inminente explosión.

Los radioactivadores habían sido colocados en todas la rutas vehiculares hace posos meses, para lograr por fin la vigencia y cumplimento de la Ley de Piloto Automático, que otorga la potestad de dirigir los medios de transporte a las autoridades de tránsito.

“Prohibido manejar su carro” decían los rótulos en la calle y en los anuncios de prensa, y si la policía retenía un vehiculo sin el ADS (Automatic Driving System o Sistema de Manejo Automático), no sólo se consignaba el carro sino que el conductor era dirigido hacia el Centro de Detención para Anarcos y Dependientes, con penas mínimas de cinco años de encierro, y multas que alcanzaban los trescientos mil oros.

Pero era tecnología implementada con mucha precipitación.

Los radioactivadores habían sido producidos en la región sahariana de Argelilandia, bajo condiciones climáticas radicalmente distintas.

El frío podría hacer que los reconectadotes utilizaran más energía para su funcionamiento, lo que en dado momento podría causar un calentamiento en las resistencias de transmisión.

El hombre gris lo sabía, pues siguió de cerca todo el reposesos de implementación del ADS. Le parecía una propuesta interesante siempre y cuando se hiciera bien. Pero la historia del país, tan llena de malas imitaciones, dejaba muchas dudas con cada acción que el gobierno emprendía.

Por si fuera poco, los radioactivadores habían sido encargados a una empresa ecuatoriana, nación normalmente relacionada con tecnología agrícola y no vehicular.

Pero esa noche prefirió seguir caminando. Como buen patriota ignoraría el inminente peligro, se haría el loco pues no soportaba las burocracias necesarias para hacer una denuncia tan sencilla como aquella.

Siguió caminando y al encontrarse a unos diez metros apenas de la potencial bomba, empezó a escuchar un zumbido ensordecedor que provenía de los cables de conexión del aparato.

Asustado, o más bien asustadisimo, empezó a correr. Pero una fuerza evidente magnética empezó a rodearlo, a atraparlo y apensa logró alejarse un par de metros.

En el instante, el aire que lo rodeaba empezó a tornarse fluorescente y los dientes se le durmieron.

Algo andaba verdaderamente mal y nada podía hacer.

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Un gran descarga caliente lo paralizó y de esta forma inició su viaje.

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Cerró los ojos involuntariamente y poco a poco el calor fue pasando.

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No sabe cuanto tiempo duró su inconciencia, pero al despertar se sorprendió al encontrarse atado a una camilla, dentro de un cuarto forrado por colchonetas blancas.

Un pequeño robot antigravitacional lo acosaba con su vigilancia. Cada parpadeo significaba una mirada láser penetrante, como primera herramienta disuasiva del pequeño custodio metálico.

A lo lejos, lograba escuchar los loops hipnotizantes de la heladería ambulante, por un lado, y por el otro los gritos fervientes de la sanguinaria secta del redondel de la calle norte.

Ahí supo dónde estaba: en la Unidad Antibacterial de Sospechosos de secuestro intergaláctico.

A ese lugar llevaban para interrogar a quienes detectaban el chip de microestado que los habitantes del planeta Solerilis implantaban a los terrícolas, para poder transmitir información confidencia sobre las ecología de los sistemas terrestres, considerados como una maravilla tecnológica del siglo XXXII.

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Entro el enfermero de bata celeste y le dio a tomar dos pastillas. Minutos más tarde, el efecto narcótico de “la medicina de la verdad” surgía efecto.

Entonces y sólo hasta entonces, el hombre gris empezó a recordar.

Al sentir la fuerte opresión que lo genero la descarga caliente que recibió, fue trasladado por medio de levitación hacia una cápsula criogénica en la que le trasladarían a Solerilis, ubicado a poco más de trescientos años luz e distancia.

La fusión de microcarbono que los salárianos había robado a la mafia siciliana, le permitían realizar ese viaje en apenas algunos segundos y si todo resultaba exitoso, incluso podrían adelantarse en el tiempo ara devolver al secuestrado incluso antes de la hora en la aparentemente había sido raptado.

Al narrar lo anterior al enfermero de celeste, fue trasladado a un quirófano donde relazarían la biopsia para retirar el chip y analizar las reacciones corporales del hombre gris ante el objeto extraño implantado en su costado derecho, aparentemente para utilizar el hígado y sus secreciones como estimulador cerebral, en función de la información que requerían.

Supuestamente la meta de los solirianos era reproducir los bosque frutales y los bosque húmedo terrícolas, considerados como las zonas más diversas del universo conocido.

Pero al hombre gris lo pelaba la ecología. No le enteraba en lo más mínimo. Entonces la presión generada por el chip lo estaba volviendo loco, pues trataba de contradecir sus principios y valores tan esmerados en su contracción durante años.

Al año y medio fue liberado al diagnosticarle una supuesta normalización síquica.

Pero el hombre gris en lo único que pudo pensar es en recorrer la misma carretera hasta encontrar el radicoactivador que dio origen a su historia.

Efectivamente, y luego de caminar tres o cuatro horas, se le apreció en el camino de la misma forma: a punto de estallar.

Esta vez el hombre gris sólo se sentó a esperar, en vez de seguir, en vez de correr. Nuevamente las sensaciones de calor y de fluorescencia se imprimieron en el ambiente y la descarga caliente le recorrió de nuevo el cuerpo.

Ya estaba aprendiendo. Cerró los ojos y fue transportado en la urna especial.

Al llegar a Soleriris Reaccionó y destrabó del agujero en su cordal la pequeña cápsula que había escondido con acido lisérgico y se la tragó.

Media hora más tarde, se allaba sentado en un salñon social, contando historias terrícolas a cientos de solirianos, muy emocionados con los relatos.

De esta forma, el hombre gris se ganó la confianza de los de aquel planeta, quienes lo acogieron como uno más de ellos y le otorgaron al residencia incontrolable y perpetua, una condecoración que muy pocos seres del universo conocido habían alcanzado.

El hombre gris se valió únicamente de sus destrezas narrativas y nunca más volvió a su planeta.

3 comentarios:

  1. En verdad tenes talento para ciencia ficcion, este me gusto mucho mas que el de la semana pasada. Que buena imaginacion.

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  2. genial, mucho mas entretenido que el anterior, que capacidad de casaca, esta bien..

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  3. Bueno, ya habia comentado pero para dejar constancia: Tenes un talento increible para el SciFi, para inventarte nombres y situaciones que suenan a futuro. Me imagino un comic completo con esta historia. Me hubiera gustado que, luego de ver la meta de los solirianos, se extendiera un poco mas porque fue como que me hubieras arrebatado el libro cuando mas picado estaba.

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